Washington silencia su voz en Bogotá y el eco sacude la geopolítica andina”
En un gesto tan calculado como el repliegue de una pieza en el tablero, Estados Unidos retiró a John T. McNamara de la Embajada en Colombia. El secretario de Estado Marco Rubio justificó la maniobra aludiendo a “descalificaciones sin soporte” emanadas del Palacio de Nariño. La Casa Blanca, irritada, abrió compuertas a una revisión integral de la agenda binacional, otrora bastión estratégico del hemisferio.

El repentino vacío diplomático deja a la intemperie viejos roces: la política antinarcóticos, la cooperación militar y la defensa de la democracia en la región. Voces expertas advierten que un solo paso en falso podría erosionar dos décadas de confianza mutua. Entretanto, Bogotá sopesa sus palabras; un susurro de prudencia vale ahora más que un vendaval de nacionalismo.