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Una plaza de mercado que teje paz entre la USCO y el campo huilense

En el corazón de la Universidad Surcolombiana (USCO), en Neiva, se ha levantado una plaza de mercado poco convencional. No solo ofrece productos frescos y campesinos, sino que también busca conectar mundos distintos: el académico y el rural. Esta apuesta, conocida como “Tejiendo Paces desde el Zur”, propone un diálogo constante entre quienes cultivan la tierra y quienes transitan por los corredores del saber, reconociendo las diferencias y encontrando en ellas un punto de unión para construir múltiples formas de paz.

La iniciativa nació luego de que campesinos del Huila expresaran a un grupo de docentes, entre ellos Mathusalam Pantevis Suárez, del Departamento de Psicopedagogía, la necesidad de que la universidad se hiciera partícipe activa del territorio que habita. “Nos pidieron que mostremos que ellos están tejiendo la paz, y que esa paz llega a la ciudad a través de los alimentos que producen”, relata el profesor. Desde entonces, cada viernes, los pasillos de la USCO se transforman en una feria campesina, donde se exhiben frutas, tubérculos, plantas medicinales y recetas ancestrales.

El nombre del mercado no es casual. “Tejiendo Paces desde el Zur” responde a una visión distinta del sur: un sur con Z que no es sinónimo de marginalidad, sino de riqueza cultural, oportunidades y colaboración entre la academia y las comunidades rurales. Mercausco, como se le llama coloquialmente, reúne productores de Neiva, Tello, Baraya y Palestina. Para muchos, el viaje inicia desde el día anterior, como en el caso de doña Gladys, lideresa campesina que recorre más de cuatro horas en chiva desde Palestina para participar del mercado.

Durante el evento, además de vender sus productos, los campesinos promueven el consumo responsable y el conocimiento de nuevas alternativas alimenticias. Así lo demuestra doña Gladys, quien además de ofrecer yuca para el sancocho, invita a probar el chachafruto, una semilla versátil que regala con entusiasmo para que quienes pasan se atrevan a descubrir su sabor. Es en estos intercambios donde se construye lo que los organizadores llaman “diálogo de saberes” y donde la presencia del otro —con su bullicio, sus aromas y su cultura— deja de ser ajena.

Luz Elena González Medina, otra participante del mercado, llegó desde el corregimiento de Vegalarga. Ella destaca cómo este espacio se consolidó tras un recorrido por veredas en el que las mujeres productoras contaron sus historias y mostraron sus productos. De allí surgió un documental y, posteriormente, la invitación a llevar ese proceso directamente al campus universitario. “Así se dieron cuenta de lo que hacemos, cómo transformamos y qué aportamos”, dice con orgullo.

Junto a ella, José Misael Gómez, campesino de la vereda El Paraíso de Palestina, ofrece dulces como cortado de leche y arequipe de chachafruto, elaborados con panela y leche natural. “Lo hacemos con cariño y nos vamos contentos porque casi todo se vendió. La gente valora la calidad”, asegura. Con cada mercado, no solo llegan alimentos frescos, sino también las voces, los rostros y los saberes de quienes los cultivan. Es una invitación abierta a apoyar estas economías campesinas y reconocer que, en cada bocado, también se construye la paz.

Director Cashback Company Group & Medios Asociados. Liderazgo en Centaur Group. Columnista. Estratega digital, experto en automatización e inteligencia artificial, y desarrollador de campañas digitales de alto impacto.