¿Será que el camino que va a tomar Colombia es por el centro?
Colombia atraviesa un momento político crucial. Tras años de polarización entre la izquierda que prometió el cambio y la derecha que se resiste a perder el poder, el país parece buscar un nuevo rumbo. En medio del cansancio social, el ruido mediático y la frustración ciudadana, muchos comienzan a preguntarse si el futuro de Colombia podría construirse desde el centro.
Pero, ¿qué significa realmente “el centro”? No se trata de una posición cómoda o tibia. Tampoco de un refugio para quienes temen definirse. El verdadero centro es aquel que entiende que el progreso no nace del radicalismo, sino del equilibrio; que sabe escuchar sin destruir; que se atreve a pensar más allá de los discursos de odio que han dividido al país durante décadas.
La izquierda llegó al poder con promesas de cambio, pero entre errores, improvisaciones y pugnas internas, ha perdido parte de la confianza de quienes creyeron en ella. La derecha, por su parte, se aferra a su pasado, incapaz de renovarse o de ofrecer un proyecto creíble para el presente. En ese vacío, surge la posibilidad de un centro que proponga sensatez, diálogo y reconciliación.
Colombia necesita una fuerza política que no viva del resentimiento, sino de la propuesta. Un liderazgo que no tema tender puentes entre lo social y lo empresarial, entre lo urbano y lo rural, entre el Estado y la ciudadanía. El país no resiste más discursos vacíos ni caudillos que prometen redenciones imposibles. Se requiere visión, compromiso y decencia.
Quizás sí, el camino que viene sea por el centro. Pero no un centro que evada los problemas, sino uno que los enfrente con argumentos, con respeto y con responsabilidad. Un centro que represente el cansancio de la gente ante los extremos, pero también su esperanza en un país más justo, más sereno y más unido.
Colombia no puede seguir oscilando entre el todo o el nada. El verdadero cambio podría estar, precisamente, en aprender a construir desde el medio, sin miedo, sin odio y con propósito.
