La derecha entre egos y fracturas
El reciente rifirrafe entre la senadora María Fernanda Cabal y la viuda de Miguel Uribe Turbay es mucho más que un simple choque de opiniones: es la radiografía de una derecha colombiana fragmentada, incapaz de construir un proyecto común y cada vez más atrapada en disputas personales.
Cabal, con su estilo incendiario, ha hecho de la confrontación su sello político, mientras que la voz de la viuda de Uribe Turbay irrumpe apelando a la memoria y al legado de su esposo. Sin embargo, lo que debería ser un debate de ideas sobre el rumbo del país termina reduciéndose a una pugna por protagonismos dentro del mismo sector político.
El problema de fondo es que estas divisiones dejan en evidencia a una derecha más interesada en defender caudillos, herencias políticas y cuotas de poder que en ofrecer soluciones reales a los problemas nacionales. En un país atravesado por la inseguridad, el desempleo y la crisis en salud, las peleas internas no solo debilitan al sector, sino que refuerzan la percepción ciudadana de que la política se mueve por intereses mezquinos y no por principios.
La derecha colombiana, si realmente aspira a tener un papel decisivo en el futuro inmediato, debe dejar de lado las disputas intestinas y comprender que la unidad no se construye con imposiciones ni personalismos, sino con propuestas claras y consensos mínimos. De lo contrario, seguirá repitiendo la misma historia: dividida, fragmentada y con sed de poder, mientras el país avanza sin ella.