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Juventud huilense: la esperanza que empieza a escribir su futuro

Este fin de semana, en Pitalito, se vivió un hecho político y social que merece toda la atención del Huila: la Asamblea Departamental de Juventud. Más de 130 delegados de distintos municipios se reunieron para deliberar, debatir y, sobre todo, definir la Agenda Juvenil 2026, una hoja de ruta que recoge propuestas, inquietudes y exigencias de los jóvenes del departamento. No fue un encuentro más: fue la demostración de que la juventud ya no quiere ser espectadora de los procesos, sino protagonista en la construcción del futuro.

Que los jóvenes ocupen este tipo de escenarios no es un simple acto simbólico. Es la constatación de que la democracia necesita renovarse desde las bases, y de que las nuevas generaciones están dispuestas a dar esa batalla. Durante décadas se ha hablado de la juventud como “el futuro”, pero pocas veces se le ha reconocido como “el presente”. La Asamblea dejó claro que ese tiempo de espera terminó.

La Agenda Juvenil 2026 plantea temas urgentes: participación política y social, empleo digno, educación inclusiva, equidad, cultura, medio ambiente y salud mental. Son ejes que no pueden quedar archivados en discursos o documentos; requieren compromiso institucional real: presupuesto, seguimiento y voluntad de los gobiernos locales y departamentales para hacerlos efectivos. De nada servirá una agenda bien escrita si los gobernantes no la convierten en política pública concreta.

Que el encuentro se haya realizado en Pitalito también tiene un valor simbólico. Los territorios más alejados de la capital huilense reclaman ser escuchados, y llevar allí este ejercicio demuestra que la voz juvenil debe sonar en cada rincón del departamento. No se trata de centralizar la participación en Neiva, sino de descentralizar las decisiones y reconocer que en el sur, en el occidente y en el centro hay jóvenes con propuestas sólidas, sueños colectivos y liderazgo genuino.

Sin embargo, el reto mayor es el seguimiento. La historia está llena de planes juveniles que nacen con entusiasmo y mueren en el olvido. Por eso, esta generación tiene la responsabilidad de vigilar, presionar y mantener viva la Agenda. La juventud no puede conformarse con haber participado en una asamblea: debe asumir el rol de veedora, crítica y constructora.

Lo vivido en Pitalito no puede pasar desapercibido. Es un mensaje claro a la clase política tradicional: el relevo generacional no es un deseo; es un hecho en marcha. La juventud huilense demuestra que tiene la capacidad de pensar, proponer y actuar en función de lo colectivo. Si los gobernantes escuchan, el Huila tiene esperanza. Si no, la juventud encontrará sus propios caminos para hacerse oír.

Porque el futuro no se espera: se construye. Y este fin de semana, en Pitalito, la juventud huilense comenzó a escribir con tinta firme la primera página de ese futuro.