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El poder de la opinión

Ante el desafortunado suceso de la caída del Estadio Municipal Guillermo Plazas Alcid, el pasado 19 de agosto de 2016, se han generado muchas interrogantes, adiciones presupuestales, cierres y aperturas del mismo, todo con miras a no perder el fútbol profesional en nuestra ciudad.

Pero esta columna no se refiere al fútbol, sino al mayor elefante blanco de la ciudad y a cómo un aventurero pretende vendernos una solución.

Las ruinas del Guillermo Plazas Alcid llevan nueve años levantadas en el corazón de la ciudad y en el triángulo de la contratación, la corrupción y el despilfarro. El intercambiador vial (ya concluido a un alto costo), la torre materno-infantil (aún sin entregar tras más de 15 años) y el estadio (destruido y clausurado). Se ha vuelto costumbre que en Neiva las obras no avancen y el dinero se pierda. El consorcio que contrató el estadio terminó sin responsabilidad fiscal por el detrimento de la obra y, por los muertos de aquella trágica noche, le tocará al municipio responder por esta realidad.

Ahora, el aventurero.

La agenda política en torno al estadio no gira en quién responde legal, fiscal y contractualmente por este elefante blanco, sino en si el escenario lo asume el sector público o el privado. En el privado encontramos al empresario que quiere intervenir la ribera del Magdalena con su idea “innovadora” de cemento e infraestructura, al mejor estilo de Peñalosa en Bogotá, algo que está comprobado que no es sostenible ni rentable para el ecosistema.

El aventurero promociona un estadio en una zona de alto impacto por posible inundación, en tierras sedimentadas y espacios que no deberían ser habitados, mucho menos destinados a construir una infraestructura tan grande.

En Neiva no se cobra plusvalía ni valorización. ¿Será que el señor aventurero no comprende que, además del riesgo de catástrofe que tienen los predios que compró años atrás, el municipio de Neiva no posee un POT actualizado, y que Palermo apenas acaba de contratar junto al departamento el presupuesto para la formulación de su PBOT? Los mismos que, por principio de concurrencia, deben ir enlazados al PND, el cual deja claro que el desarrollo en infraestructura y agroindustria debe estar ligado a la preservación de la vida y del agua. Algo que, al parecer, para el aventurero no está claro: solo habla de cemento y de dinero.

Para concluir, vale recordar que, con presión política, se permitió un empréstito de 28.500 millones de pesos por parte de Neiva, así como a nivel departamental se destinaron cerca de 20.000 millones para “recuperar” más ruinas del Guillermo Plazas Alcid. ¿Bastará invertir tanto dinero en una obra que debe iniciarse desde los cimientos? ¿O vale la pena construir en una zona de alto riesgo solo para valorizar los predios de un tercero?

Lo que sí está claro es que Neiva no tiene estadio, así como tampoco tiene equipo de fútbol profesional. La SAD ecuatoriana que compró al Huila se lo llevó para Ibagué, sin rumbo claro, el mismo rumbo que, sumado a la incertidumbre, deja abierta la pregunta:

¿Tendrá Neiva un escenario deportivo a la altura de la ciudad?