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El Pacto Histórico en el Huila: entre la consulta, la maquinaria y la frustración

La consulta del Pacto Histórico en el Huila dejó mucho más que un resultado electoral: dejó la sensación amarga de que la maquinaria, esa que el pueblo esperaba ver derrotada, terminó colándose por las rendijas del cambio.

Detrás de los discursos de transparencia y democracia interna, se movieron estructuras, favores y recursos que no nacen de la convicción política, sino del cálculo. Lo que debía ser una jornada limpia, ciudadana y ejemplar, terminó marcada por el direccionamiento institucional, la presión sobre contratistas y la participación de sectores económicos que vieron en esta consulta una oportunidad para asegurar cuotas en un futuro gobierno.

En distintos municipios del Huila se repitió la misma historia: vehículos movilizando votantes, líderes haciendo listas bajo órdenes superiores, y funcionarios que, bajo la sombra del poder, incentivaron la participación de manera sesgada. No fue una consulta espontánea; fue una operación planificada desde el poder, con el mismo manual que siempre se criticó.

Mientras tanto, las bases sociales, los jóvenes, los verdaderos militantes del cambio, quedaron relegados. Su trabajo de pedagogía, su esfuerzo de movilización genuina, fue opacado por los tentáculos de la maquinaria que se vistió de progresismo solo para asegurar espacios.

El Pacto Histórico en el Huila perdió una oportunidad de oro para demostrar que se podía hacer política diferente. La maquinaria tradicional no solo no fue derrotada, sino que logró infiltrarse en el proceso interno de quienes decían ser su antítesis. Y eso, más que una derrota electoral, es una derrota moral.

La pregunta que hoy resuena en las calles, en los barrios, en las bases, es directa: ¿de qué sirvió tanto discurso de cambio si las prácticas son las mismas? La gente no necesita otro logo, necesita coherencia.

El Huila habló, pero no desde el entusiasmo, sino desde la desconfianza. Porque cuando la maquinaria se disfraza de revolución, lo que se impone no es el cambio, sino la decepción. Y si algo demostró esta consulta, es que las viejas formas de hacer política aún no han soltado las riendas del departamento, aunque cambien de bandera o de color.

El Pacto Histórico tiene que mirar hacia adentro, reconocer los errores y rectificar. No hay transformación posible si se repiten las fórmulas del poder tradicional. O se limpia la casa, o la casa se cae.